SALUD Y GESTALT
AUTOR: MARÍA ANTONIETA BARRAÑÓN CEDILLO
El
concepto de salud ha ido cambiando como resultado de los acontecimientos
históricos, los movimientos sociales, la cultura y los modelos desarrollados
para aproximarnos al conocimiento.
Desde
tiempos muy antiguos se ha ligado la salud a fenómenos mágico-religiosos:
perderla tenía que ver con el castigo divino. Las civilizaciones egipcia,
mesopotámica, hebrea, griega, romana, árabe y mexica, entre otras, desarrollaron
códigos y conceptos con respecto al cuidado de la salud y la higiene, tanto individual
como pública. También pensaban que el clima y el modo de vida —la dieta, el
descanso, el trabajo, la vigilia, el sueño y las reacciones emocionales— intervenían
para enfermar o para conservar la salud. Aún en la actualidad, ante lo
inexplicable, muchos creemos que en nuestra condición de salud tiene que ver lo
dispuesto por un Ser superior.
Hipócrates,
médico griego que vivió en el siglo V a.C., cambió el paradigma de la
medicina, pues estableció que en los pacientes hay manifestaciones clínicas
observables resultado de su vida, y que cada enfermedad tiene sus causas
naturales.
¿Has
advertido que iniciamos hablando de salud y ahora nos referimos a la enfermedad?
Los conceptos de salud y de enfermedad siempre han estado ligados, y hoy se
consideran un único proceso: el binomio salud-enfermedad. Esto se debe a que la
salud no es algo fijo ni estático, sino que tiene que ver con la capacidad del organismo de responder, como
totalidad, al continuo cambio, para adaptarse a los diferentes factores que influyen
en él: el medio ambiente, la cultura, la civilización y sus manifestaciones
—la velocidad del cambio, el stress,
la despersonalización, la tecnología, los movimientos sociales y políticos, la
inseguridad, el terrorismo, la globalización, etcétera.
Con
el avance de la ciencia, se crearon dos modelos para explicar el proceso salud-enfermedad:
el modelo biomédico, basado en el pensamiento positivista, reduccionista, y en
la integración de los hallazgos clínicos con los datos de laboratorio, y que explica
que la enfermedad es producida por una causa específica: es unicausal. Y el modelo
de la multicausalidad, para el cual las enfermedades están asociadas a factores
diversos que tienen que ver con lo biológico y con el contexto en el que se
desarrolla el organismo.
La
Organización Mundial de la Salud definió en 1946 la salud como “un estado de
completo bienestar, físico, mental y social, y no solamente la ausencia de
afecciones o enfermedades” (http://www.who.int/suggestions/faq/es/) . Basándome en esta
definición y buscando establecer su relación con el enfoque humanista y de la Gestalt,
hago las siguientes reflexiones.
El Diccionario de la
Lengua define bienestar así:
“el estado de la persona en el que se le hace sensible el buen funcionamiento
de su actividad somática y psíquica”. Por consiguiente, el bienestar debe ser
completo, comprender todas las partes de la persona, referirse a lo integral,
lo holístico. Mi estado de salud no es únicamente la evaluación con base en parámetros
físicos o biomédicos que determinan mi estado de “normalidad”, también hay que
“ser sensible a la actividad somática y psíquica”; esto se refiere a la
capacidad de percibir, de sentir mi funcionamiento orgánico y psíquico. Y
cuando hablamos de sensibilidad, nos referimos a lo humano, a lo subjetivo:
cómo me percibo yo; cómo percibo mi entorno, los estímulos; cómo percibo los afectos
y les doy significado. Y esto me recuerda lo que dice Perls: “El hombre sano
siente sus emociones, el neurótico siente su cuerpo” (Perls, 2006, p. 225).
Y yo, ¿siento mis emociones, tengo la capacidad
de verbalizarlas?
En nuestra cultura, las emociones se han visto como
algo negativo y aprendimos que teníamos que controlarlas o eliminarlas. Sin
embargo, por lo que ahora conocemos de ellas, en realidad nos orientan en lo
que vivimos o experimentamos, son una guía en nuestra existencia.
Las emociones son resultado de la evaluación que
hace el organismo de su situación, y son espontáneas y de muy corta duración.
Cuando damos un significado a la emoción, se constituye en sentimiento y se
convierte en una creación humana, resultado de la experiencia. Por tanto, somos
creadores de nuestra experiencia, de sus significados. Dice Robine (2010): “el hombre
sano será aquel que pueda ser creador de su existencia como obra de arte” (p. 9).
Las emociones y sentimientos nos dan
información sobre lo que nos impacta del entorno y sobre lo que nos hace sentir
(si es atractivo, si es amenazante), y así nos orientan en el campo. Nos
permiten identificar una necesidad, un interés; nos mueven a la acción, a la
supervivencia; por ello son adaptativas, nos motivan e impulsan; nos permiten
comunicarnos verbal y no verbalmente; le dan sabor a la vida; clarifican nuestro
sentir y la toma de decisiones, ya que sintetizan la experiencia y generan
comportamientos éticos (Muñoz, 2013, pp. 61-65).
Las emociones surgen como respuesta de nuestro
organismo como totalidad, y se producen en el presente y en la interacción con
nuestro entorno (Muñoz, M. 2013. p. XIX). Efectivamente, con nuestro entorno, porque somos seres relacionales. Cada persona forma
una unidad con su entorno: el campo/ organismo/ entorno, y ahí es donde se dan
los fenómenos de contacto y se generan las emociones. Me refiero a la familia,
el trabajo, las amistades, la comunidad, el medio ambiente, los sitios y
actividades de recreo, etc. La salud, entonces, es también resultado del contacto
en mi campo/ organismo/ entorno, de mi realidad, de lo que experimento en mi
frontera y de lo que significan para mí esas experiencias. Por tanto, es también
la síntesis de lo que ocurre con las relaciones sociales, con la política, con
la economía y sus dinámicas. La salud se convierte, así, en un fenómeno de
responsabilidad personal y de todos los integrantes de la sociedad.
Es precisamente en el campo/ organismo/ entorno
y en la manera como nos relacionamos donde experimentamos estímulos que
promueven nuestro desarrollo, que nos permiten crecer, utilizar nuestro
potencial, creatividad y espontaneidad y asimilar la experiencia.
Robine (2010) considera la salud como “la
capacidad de crear formas ajustadas a las situaciones, y la patología como la
pérdida de esta potencialidad en provecho del uso de formas fijadas,
inadecuadas y obsoletas” (p. 9). La patología, la enfermedad, es entonces la
respuesta aprendida, invariable, constante, estereotipada, inadecuada,
neurótica.
Me imagino artífice de mi salud, con toda mi capacidad
de percibir y organizar mi realidad en una totalidad significativa, para responder
de manera creativa, espontánea, unificada, aquí y ahora, asimilando lo nuevo y
creciendo, y rechazando lo nocivo. ¿Y tú?
BIBLIOGRAFÍA
Frederick Perls, H.G. (2006). Terapia Gestalt: excitación
y crecimiento de la personalidad humana. Madrid: Los libros del CTP.
http://www.who.int/suggestions/faq/es/. (s.f.). Obtenido de www.who.in
Muñoz, M. (2013). Emociones, sentimientos y necesidades.
México: Instituto Humanista de Psicoterapia Gestalt.
Robine, J.-M. (2010). La psicoterapia como estética. Figura
Fondo, 27.
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