Por: Oyuqui Zuñiga Zavala[1].
Algunos de los argumentos usados
para justificar la falta de límites en los niños, son: así como me educaron a mí, voy a educar a mis hijos, tal y como mis
padres lo hicieron conmigo, o hay quienes se van al extremo contrario mis padres me maltrataron de alguna forma,
por lo tanto, yo no quiero que mis hijos vivan lo mismo. Los padres
actuales son una generación de transición, por lo que deberán educar a los
hijos de acuerdo a criterios de una sociedad que les resulta desconocida; lo que
trae como consecuencia el que se estén educando niños para un mundo que, ni
ellos mismos terminan de entender (Schmill, 2015). Los avances tecnológicos modifican
las formas de trabajar, como consecuencia han ocurrido cambios económicos que
han transformado las estructuras sociales (pareja, familia, escuela, etc.), en ocasiones los sobrepasa el
ritmo de vida que llevan sus hijos, quienes cuentan con recursos e información
que ellos no tenían a su edad, por lo que el establecimiento de límites se
vuelve prioritario.
Poner límites al comportamiento del
niño significa aclararle cómo debe o no comportarse en función de la
situación o lugar en que se encuentre. Un determinado comportamiento puede ser
aceptable en unos lugares pero no en otros. Por lo tanto, marcar los límites en la conducta de un niño implicará potenciar los comportamientos deseados y reducir o eliminar los no
deseados, en la medida de lo posible (Gilo Valle, 2016).
Dos aspectos importantes a considerar en el establecimiento de límites son: Firmeza
y Benevolencia. Firmeza significa estabilidad, fortaleza
para poner límites y hacer que éstos se cumplan; existen diferentes niveles,
que van desde una firmeza alta, que llega a caer en la inflexibilidad, hasta
llegar a la ausencia de la misma. Benevolencia quiere decir tener
buena voluntad, bondad, afecto; se sustenta básicamente en el conocimiento que
se tenga acerca de las etapas del desarrollo de los hijos; lo anterior para
evitar exigirles comportamientos que no les corresponden. Con lo que lograrán
detectar qué si se puede esperar de ellos. Por lo tanto, deben entender que
la mejor forma de poner límites es mediante un equilibrio de ambas, manifestándose
como una suavidad con los niños y dureza frente a los problemas o conductas
no deseadas. Si se logra actuar de esta forma, serán capaces de
conservar el respeto e integridad de sus hijos, al mismo tiempo que resolverán
los problemas. Es indudable que tener esta actitud frente a ellos dependerá
mucho de la congruencia (actuar como se dice y se piensa), pero
indudablemente, también de la consistencia (actuar congruentemente, de
forma persistente).
Algunas sugerencias útiles, al momento de poner límites son las
siguientes:
·
Ser congruentes, actuando tal y como les dicen a
sus hijos que deben actuar.
·
Conservar la congruencia al paso del tiempo
(consistencia).
·
Evitar el uso del chantaje y las culpas.
·
Aceptación Positiva Incondicional,
manifestándoles de forma clara que los
aman sin condiciones. Reconociéndoles sólo por el hecho de ser ellos, y no por una buena conducta.
·
No usen los golpes ni los insultos. Respeten su
dignidad.
·
Sean pacientes, cuando hagan las cosas a su manera y no como
ustedes esperan que las hagan. Sus hijos tienen sus propios tiempos de aprendizaje y
respuesta.
·
Emitir sus opiniones, sólo como lo que son:
opiniones propias, no la verdad absoluta.
·
Desarrollar el hábito de la escucha activa, con ello
lograrán entender un poco más el punto de vista de sus hijos.
·
Enfaticen las habilidades de los niños, nunca sus
deficiencias. Si enaltecen sus deficiencias, perderán el valor de todo lo que
sí saben hacer.
·
No corrijan en función del humor del día o el momento.
Si algo no está permitido, deberá ser siempre y no en función de estar “de
buenas” o “de malas”.
No olviden que los hijos además
de necesitar padres que los eduquen,
también necesitan padres que los escuchen, y les comuniquen sus propios sentimientos. Al
fin al cabo, humanistas somos y en el
camino de convertirnos en personas andamos.
BIBLIOGRAFÍA
·
Schmill, V. “Disciplina Inteligente”, Producciones Educación Aplicada (2015),
México.
|
[1]
Psicóloga con Especialidad en Pareja y Familia. Psicoterapeuta Gestalt. Coordinadora
Académica del IHPG Lomas Verdes
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