En nuestra sociedad han predominado formas de relación entre las personas, impregnadas de creencias que van marcando la dirección que tomaran nuestros afectos, nuestros amores. Estas creencias las aprendemos en la familia, que es nuestro primer contacto con el mundo. Ahí es donde empezamos a conocer las expresiones de amor, de enojo, de alegría y se convierten en los modelos a seguir.
Dichos
modelos son reforzados en otros espacios como la escuela, los amigos, la
religión, los lugares de convivencia social y los medios de comunicación. Cada
uno de ellos contribuye a que la persona vaya formando paulatinamente una idea
de cómo y dónde comportarse de tal o cual manera. Cuando se conduce con los
comportamientos esperados socialmente, es
aceptado como parte del grupo e incluso llega a ser premiado. Por el contrario, cuando sus actitudes rompen lo establecido es
sancionado y hasta rechazado. Así, la persona empieza a darle significado a la
aceptación o al rechazo, se da cuenta que ciertos actos pueden abrirle puertas
y algunos otros cerrarlas con facilidad.
Este
es el camino de entrada al mundo y a la socialización natural de los seres
humanos que no viven aislados sino en un mundo de normas, de reglas en pro de
la “convivencia sana y armónica”.
La
socialización es el proceso que ayuda a las personas a comprender la sociedad,
sus códigos, sus formas de interacción, las pautas de comunicación, de
ejercicio del poder, las rutinas, el tipo de diversiones, los rituales, cómo
moverse en las ciudades, en los pueblos, los valores, las creencias, en fin, es la puerta a la cultura. En particular, nuestra cultura
se ha caracterizado por relaciones matizadas por rituales como el día de la
madre, que considera ese amor como único e inmaculado, desinteresado e
incondicional. Por tanto, la madre se convierte en un ser sublime,
respetado e intocable. De ahí que quien
atente contra ella es fuertemente cuestionado, señalado, sancionado e incluso
excluido del círculo familiar.
Poco
a poco más que una socialización se convierte en una domesticación donde
sutilmente se nos va formando para ser lo que se espera de nosotros y dejando
de lado lo que realmente queremos y necesitamos.
De
igual forma, se han ido consolidando creencias y relaciones saturadas de
rituales en otros ámbitos comunes de la vida diaria, un caso típico son las
relaciones de pareja. Estas relaciones
están directamente vinculadas al concepto de hombre y mujer que se tiene en
nuestra sociedad y que se genera en una cultura religiosa, moralista y con
supremacía masculina. Se dotan de atributos específicos a cada género, lo
masculino se asocia a la fortaleza, a la virilidad, a la valentía, al éxito económico y social, por tanto son
los hombres quienes cuentan por naturaleza con la capacidad para la toma de
decisiones, para ser proveedores y cubrir las necesidades materiales en el
hogar, reparar los desperfectos en casa y de ser el brazo fuerte que protege y
cuida de la familia.
La
mujer es considerada como la parte sensible, amorosa, cálida, sentimental,
débil, por tanto se le asigna el rol natural de atender las necesidades de
afecto, cuidados diarios de la familia, -alimentación, limpieza, orden- atender
y cuidar al hombre para que este cómodo y feliz en su hogar. En suma, ser la
gran mujer que está detrás de todo hombre exitoso.
Visto
así, parecería que mientras cada quien cumpla su rol asignado según su
domesticación, la armonía prevalecerá en la
familia como base de toda sociedad. En realidad, lo que se oculta detrás de
estos estereotipos son esquemas rígidos de lo que debe ser, con ideas
universales donde todos los hombres son iguales entre sí y las mujeres están al
servicio de ellos, sin matices, sin diferencias, negando la diversidad de la
naturaleza humana.
Esta
postura rígida es lo que nosotros consideramos domesticación y ha traído serias
complicaciones en las relaciones humanas pues alimenta expectativas sobre lo
que deben hacer una y otra parte cuando se relacionan amorosamente. El hombre
se constituye en un “príncipe azul” rescatador de su princesa desvalida, tendrá
que protegerla, guiarla y cuidarla de los posibles lobos que la acechen. Ella,
al ser rescatada, tendrá que agradecer a su salvador con cuidados, cariño y
desde luego fidelidad incondicional y ambos están más preocupados por cubrir
ese rol preestablecido que por sus necesidades de afecto, de amor.
Cabe
mencionar que en este artículo estamos hablando de parejas heterosexuales
únicamente, aunque la domesticación de los roles establecidos es tan poderosa
que puede permear la forma de relacionarse de las parejas homosexuales.
Resulta
interesante destacar las creencias que de esta postura se desprenden y tiñen de
ideales, desilusiones, frustración y malentendidos al amor en pareja. Podemos
reconocer estas creencias en las canciones de amor y las películas románticas
de Hollywood, que no solamente refuerzan los roles inculcados socialmente, sino
también la manera de relacionarnos en pareja. Las relaciones románticas están influenciadas
por algunos mitos que se han vuelto “verdades” a través de la repetición y que
están mediando las relaciones, tales como:
-Lectura
de mente: si nuestra pareja nos ama de
verdad, nos conoce a la perfección y por lo tanto, sabe lo que necesitamos, sin
que nosotros tengamos que expresarlo, responsabilizando al otro de nuestro
bienestar y felicidad. Si optamos por pedir al otro lo que necesitamos, el satisfactor
pierde su valor automáticamente y si lo recibimos, lo hacemos con menosprecio.
Además, si ya tuvimos que pedirlo, esperamos que nuestra pareja nos lo ofrezca
tal y como nosotros lo imaginamos, no como él/ella pueda hacerlo.
-La
media naranja: en el que se cree que hay alguien predestinado para cada
persona que llegará a completarla, como si solo tuviéramos el derecho a amar y
ser amados si encontramos a esa única persona que es “la indicada”. Nos hace
pensar que somos seres incompletos y carentes, que necesitamos de otro afuera a
quien responsabilizaremos de nuestra sensación de plenitud.
-Exclusividad
en el enamoramiento: esta creencia supone que no es posible estar
enamorado de dos personas a la vez, llenando de sentimientos de traición y
culpa a quien no lo cumple.
-Pasión
eterna: sostiene que si el amor es
verdadero, la pasión inicial debería
durar para siempre, como si el amor pudiera ser cuantificable, rigidizando y
limitando la expresión de cada miembro de la pareja.
-El
amor todo lo puede: postula que el amor
verdadero vencerá todos los obstáculos e inconvenientes. Esta nos parece una
creencia peligrosa, pues podemos obsesionarnos y manipular, utilizando al amor
como una vía de control, frustración y apego, más que como una fuente de inspiración.
-Mito
de la fidelidad: que llevado al extremo,
implica que si alguien ama realmente, será fiel sexualmente a su pareja por
siempre. Este mito es la prueba del poder que tiene la socialización en el
control de los instintos biológicos. La fidelidad puede ser un acuerdo hablado
en la pareja, pero es distinto a que se tome como condición necesaria del amor
verdadero.
Así
mismo, algunas otras creencias que regulan a las relaciones de pareja son: amor
a primera vista, sacrificarse por el
otro, fundirse con él, olvidarse de la propia vida, que con la pareja formamos un todo del que no
podemos separarnos sin angustia, reforzado por el lenguaje con frases como “no
puedo vivir sin ti”, “te quiero más que a mi vida”, “sin ti no soy nada”, “mi
vida empezó cuando te conocí”.
Hemos
aprendido a percibir estos mitos como romance puro que nace del amor verdadero,
cuando en realidad es amor condicional que hace evidente el apego, el egoísmo,
las carencias afectivas y la necesidad de control.
En la revista Figura fondo puedes encontrar los artículos:
¿Cómo sobrevivir al
riesgo del amor? Una reconstrucción de mis creencias – Sulim Cruz Martínez
Propuestas
reeducativas para construir un modelo satisfactorio de vida en pareja–
Lourdes González
Franco
Poliamor en México
siglo XXI. Enfoque Gestalt – Andrea Alicia Prado Álvarez
Relación entre la
experiencia de vida en pareja y la actividad profesional del psicoterapeuta
Gestalt– Vanessa Ramos Flores
Los 4 acuerdos: una
propuesta educativa para la resignificación del concepto de amor de pareja–
Leticia Steiner
“Mientras te siga
eligiendo” El darse cuenta como elemento actualizador de la Relación de Pareja–
María del Pilar
Uribe Arrangoiz
Dije en lo próspero
y en lo adverso. No en el reclusorio Norte – Mónica Uribe Fenollosa
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comentario, nos interesa escucharte!
En el IHPG contamos con una serie de
materiales relacionados con los temas de Pareja.
En la revista Figura fondo puedes encontrar los artículos:
· La pareja es lo
parejo: un encuentro yo-tu - Marcela Bracho
Figura Fondo 14
· Los introyectos y
la pareja - Renatta Arrazola Lara
Figura Fondo 28
· De Buber a
Benedetti: la pareja es un collar de encuentros - Enrique Rivera
Medina
Figura Fondo 31
· Celos, la otra cara
del amor. Una visión desde la psicoterapia Gestalt - Francisco Fierro
Figura Fondo 23
Elección de amor - Noemí
Armas
Figura Fondo 12
Y en la biblioteca podrás consultar
las siguientes tesis de nuestros egresados
· Ideales
introyectados acerca del amor romántico y su incidencia en noviazgos violentos–
Myriam Melo
Carrasco
· El proceso de
actualización de los vínculos primarios a partir de la relación de pareja–
Ruth Esmeralda Tova
Hernández
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